Papá Volvió A Jugar

La obra construye un autorretrato performativo donde el cuerpo adulto se transforma en espacio de juego, ironía y liberación. A través del contraste entre símbolos laborales y elementos infantiles, la serie cuestiona los roles asociados a la masculinidad y al paso del tiempo, reivindicando el disfrute como un acto casi subversivo. El uso del color y la escenificación directa refuerzan una lectura que oscila entre lo incómodo y lo lúdico, invitando al espectador a replantearse cuándo y por qué se deja de jugar.