Me dijeron que el tiempo cura,

pero no saben lo que es despertar cada mañana

y buscar en el aire un rostro que ya no está,

caminar con la certeza de que la ausencia

es más fiel que cualquier recuerdo.

El duelo no es llanto contenido,

es un vacío que aprieta el pecho

como si respiraras piedras,

es mirar las manos vacías

y sentir que ninguna caricia podrá llenarlas.

Me esfuerzo por seguir,

y cada paso es una traición a tu memoria,

porque crecer sin ti

es admitir que el mundo sigue girando

aunque yo siga rota.

Hay días en que te hablo,

con la ingenuidad de una niña

que cree que en el viento

llegará tu respuesta.

Otros días te odio,

porque me dejaste con promesas incompletas

y una paz que nunca volvió a ser mía.

El duelo no acaba,

solo aprende a disfrazarse:

en las risas que se sienten a medias,

en los abrazos que nunca saben igual,

en la esperanza absurda

de encontrarte en los ojos de alguien más.