El Lamento De La Roca
— Adrian Antonio Tejero Martin
La isla respira en silencio,
su aliento levanta la arena,
su pulso retumba en cuevas vivas
donde la piedra muda de piel.
Callaron las plazas,
los coches quedaron varados,
las puertas abiertas esperan
a quienes nunca regresarán.
En medio del mar,
un marinero avanza entre olas antiguas,
la sal le ha gastado el rostro,
su barca arrastra rumores
de sabios, soldados y creyentes
incapaces de descifrar la herida.
Sobre la orilla,
una joven contempla el horizonte.
No busca respuestas en otros,
sino en la respiración de la tierra:
la isla late bajo la arena,
su cuerpo enfermo reclama ser escuchado.
La cueva abre su garganta,
traga la llama,
sus muros rugen con voces sin tiempo.
Cada pasillo se transforma,
cada sombra es un umbral.
La tierra tiembla,
las olas se levantan como montañas,
el cielo desgarra sus aguas,
y en las rocas,
entre grietas ardientes,
resuena un lamento ancestral
que se confunde con el nuestro.
El mar golpea la costa,
la isla grita en su silencio,
y la soledad permanece
como única compañía.